Madrid es una de mis ciudades favoritas para viajes de negocios o viajes cortos, pero me sería imposible vivir allí. El tráfico es caótico, y lo de aparcar en triple fila o esperar a que salga de un parking de la zona centro, es algo que me supera. Lo de vivir en una ciudad que no está al lado del mar, siendo originario de una ciudad de mar, no es compatible.
He tenido jefes en Madrid 2 veces, cuando era el responsable de la oficina de Barcelona de Promovisa, que tenía que ir a ver a Ernesto y a Julio varias veces al año a las oficinas centrales, donde siempre me recibía con dos besos y una sonrisa Palmira y posteriomente cuando trabajé en Sun, que debía ir a Madrid no menos de 1 vez al mes, y en el hotel Foxá M30, me recibían por mi nombre: «Buenos días señor Alonso, bienvenido de nuevo».
No era igual que mi compañero Josemi o Gaspar, que ya tenían colgadas las fotos de la familia y la ropa de forma permanente en su habitación en el hotel, pero lo cierto es que fui bastante con el puente aéreo.
Me encanta de Madrid la variedad gastronómica y cultural, y siempre lo he pasado bien menos cuando pido un chupito de crema catalana «aquí no tenemos nada catalán» o hablas del fútbol o de política.
Las visitas al Reina Sofía, al Thyssen, al Prado, o pasear por el Parque del Retiro, es una maravilla.
He podido jugar a golf en varios campos junto a mis colegas Eduardo y Julio: Olivar de la Hinojosa, RACE o la Casa de Campo. He jugado también algún torneo en un par de clubs más que ahora no recuerdo, uno invitado por Dell recientemente (creo que se llamaba la Herrería), ya en mi etapa de Mediapro y el otro no lo recuerdo.
Una vez estuve por una reunión en la ciudad deportiva de Valdebebas, y varias veces he estado por trabajo en el Santiago Bernabéu. El fútbol se ve de lujo (una vez pude seguir el partido desde las gradas, el resto de veces a pie de campo). No he estado nunca en el Calderón ni tampoco en el Wanda. Hay que cambiar eso ahora que hemos entregado museo para el Atleti.
